martes, 6 de septiembre de 2016

Libros congelados, lencería con mensaje

Marilyn o la tentación está en la biblioteca


Uno de las detalles más sexy del clásico de Billy Wilder, La tentación vive arriba; era la forma de combatir el calor sofocante que tenía Marilyn, guardando su ropa interior en el frigorífico. Aunque este año no podamos quejarnos del verano que hemos tenido en Murcia (el cambio climático sin duda consiste en eso, ¿no?; donde antes hacía calor ahora hará frío, y viceversa); es posible que según ha arrancado septiembre, a más de uno nos dé por meter no ya la ropa interior, sino el armario al completo.

En Brasil, en cambio, han encontrado otro tipo de objetos que "congelar" que pueden resultar tan sexy y excitantes como la lencería de Marilyn; o tan antilujuriosos como las bragas de cuello vuelto de un mercadillo de barrio. Se trata de libros, con los que han dado una segunda vida a frigoríficos desahuciados para reconvertirlos en bibliotecas. Habíamos visto cabinas de teléfonos, chiringuitos y por supuesto, las pequeñas bibliotecas libres que están dominando jardines de medio mundo: pero nunca hasta ahora, que supiéramos, se había recurrido a electrodomésticos.


La nevera de libros original de la Biblioteca Yamaguchi de Pamplona


La idea parte un profesor universitario que aprovechando los pasados Juegos Olímpicos celebrados en Rio de Janeiro se decidió por lanzar el Libro refrigerador, que actúa tal cual nuestras viejas conocidas las pequeñas bibliotecas libres. Pero la idea, lo sentimos mucho no es originaria de Brasil, sino de nuestros colegas de Pamplona, que llevan cuatro años en la biblioteca Yamaguchi (con la que tantos lazos nos unen vía cómics) presentando su Frigocambio de libros. Se ideó con motivo de la Semana Europea de Prevención de Residuos, pero gustó tanto que sigue funcionando cuatro años después. Y en 2014, conoció una adaptación por parte de nuestros compañeros de la Biblioteca de Torre Pacheco.

Pero el bookcrossing no hace ascos a ningún hábitat, y menos aún si se trata de anidar en algo tan cercano a los libros como es un árbol ("polvo eres y al polvo volverás" pero en versión libraria) . Es la instalación que se ha hecho en una  céntrica calle de Berlín, en que han aprovechado unos troncos talados para convertirlos en el equivalente de una pequeña biblioteca libre. El Bosque de Libros berlinés tiene la misma finalidad que las neveras pamplonicas o brasileñas: fomentar el intercambio de lecturas entre los ciudadanos, además añadiendo un aire ecologista que resulta de lo más norteuropeo.


Troncos reconvertidos en biblioteca callejera en Berlín



En este blog hemos recogido muchas noticias sobre lugares insólitos en los que surge la lectura; pero hay casos que exceden lo simpático, y consiguen pese a todo impactarte. Aún hay lugares donde la lectura (la cultura en general) es cuestión de supervivencia, de resistencia.

Es el caso de la biblioteca clandestina de la ciudad siria de Daraya, en la que muchos voluntarios han conseguido reunir de manera desinteresada hasta un total de 14.000 libros. Esos voluntarios se juegan, literalmente, la vida para rescatar los libros de entre las ruinas, y llevarlos a esta biblioteca.

La noticia queda perfecta en este blog de biblioteca, y en cualquier crónica de guerra o artículo de la sección de cultura de cualquier medio. Pero más que emocionarnos, nos cabrea al compararla con el desdén con que muchas veces se maltrata a la cultura en entornos mucho más cercanos y pacíficos.



Viñetas del estupendo cómic Casa Babili, centrado en las vidas de unas mujeres iraquíes durante la Guerra de Irak de 2003


Pero como no queremos caer en el discurso fácil (no por ello menos cierto) cerramos volviendo al refrescante invento brasileño. Utilizar electrodomésticos como bibliotecas improvisadas, también puede tener sus peligros. Ya lo advertían Alaska y los Pegamoides allá por los 80:

"se han rebelado todos a la vez
La Turmix, la plancha y la Moulinex
la nevera está leyendo a Marx y me dice que la deje en paz"

Son los riesgos de facilitar la lectura, que se prenda la mecha de la disidencia. Aún así estamos dispuestos a correr los riesgos, e igual hasta a poner en práctica, si el termómetro no da tregua, el invento de Marilyn. Pero por aquello de personalizarlo un poco, lo haríamos en todo caso con ropa interior convenientemente customizada.

Puestos a ser sugerentes, y frescos, ¿cabe mejor incitación a la lectura, y a otros placeres más carnales, que la línea de ropa interior para señora y caballero con que cerramos el post? Ahora que el Museo Victoria and Albert de Londres acaba de estrenar una exposición sobre la evolución de la ropa interior a lo largo de los siglos; es buen momento para sugerir una posible temática literaria para el próximo desfile de Victoria's Secret. Estamos seguros de que resultaría una campaña para el fomento de lectura de lo más persuasiva.



Nunca juzgues un libro por la película

Los bibliotecarios lo hacen por los libros

Sí, soy bibliotecario. No, No puedo quitarte las multas por retraso

Me gustan los libros grandes, no puedo mentir

Los bibliotecarios lo hacen un montón


Los bibliotecarios lo hacen tranquilamente


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