jueves, 11 de febrero de 2016

Cultura por prescripción facultativa

Ilustración de la colección Ciencia naturales de Juan Gatti
 
No deja de resultar paradójico que haya sido en Reino Unido, allí donde más bibliotecas públicas se han cerrado con la excusa de la crisis (o se están desmantelando a costa de entregar su gestión a vecinos y voluntarios) donde precisamente surgiera la iniciativa Reading Well Books for Prescription (Leyendo buenos libros bajo prescripción). Se trata de un programa de la Agencia de Lectura, que pretende mitigar los efectos de la crisis fomentando la lectura y el uso de las bibliotecas públicas. Para ello, en colaboración con entidades médicas y sanitarias, aspiran a mejorar el bienestar físico y mental de los ciudadanos: recomendándoles libros que formen parte de las colecciones bibliotecarias, y que les ayuden a comprender y gestionar sus dolencias.


Recetando cultura


Esta estupenda práctica es algo para tomar nota en nuestro país, y empezar a hacer algo al respecto, en colaboración con la sanidad pública. En los estudios que han hecho para evaluar el programa desde que lo pusieran en funcionamiento, se ha constatado que los usuarios del mismo han encontrado muy útiles los libros recomendados.

La Facultad de Biblioteconomía de la Universidad de Barcelona hace un estupendo resumen del proyecto en su blog; pero tras celebrar la buena idea, lo que nos ha hecho pensar es en: ¿qué lecturas, películas, música o cómics recomendaríamos según las dolencias (del alma o del cuerpo, tanto da) de nuestros usuarios?, ¿qué lecturas pueden mitigar la ansiedad?, ¿qué películas elegiríamos para alguien que padece cáncer?, ¿qué música se podría administrar a un enfermo de alhzeimer? o ¿qué cómic sería capaz de hacer que una anoréxica cambiase la manera de verse a sí misma?



Esperar que un libro, una película o un cómic curen un cáncer: es como fiarlo a la homeopatía. Pero si hay algo incontestable y contrastado por autoridades médicas, son los beneficios que puede reportar una actitud positiva en caso de enfermedad, y por supuesto el efecto placebo que siempre juega a favor. Por eso,
excluyendo libros autoayuda, de terapias alternativas, ni por supuesto de soluciones médicas en general: centrándonos únicamente en obras artísticas (o que al menos aspiran a serlo): sería un bonito proyecto expedir junto a las recetas preceptivas, otra receta cultural que acompañese el tratamiento Un tándem médico-bibliotecario que seguro daría buen resultado.

En el caso de las recetas culturales, la automedicación no estaría mal vista en ningún caso: pero como siempre, es aconsejable dejarse orientar por buenos especialistas. Las dosis a administrar dependerán de las necesidades de cada uno. En la ciudad francesa de Grenoble, por ejemplo, el tratamiento para cualquier dolencia se administra a demanda gracias a las máquinas expendedoras Shortédition.

El editor local Quentin Plepé se encontraba en una sala de espera de un centro sanitario, frente a una máquina dispensadora de alimentos; y de ahí surgió la idea de crear estas máquinas que permiten a cualquiera sacarse un relato breve impreso para leerlo en unos dos a cinco minutos. Un total de 600 relatos entre los que elegir según la duración de nuestra espera; y nosotros añadiríamos: de nuestra necesidad de ficción en vena. Con estas máquinas no hacen falta pastilleros, ni dosificadores para controlar la cantidad de evasión y cultura que necesitamos en cada momento; y sus efectos secundarios sólo podrían ser positivos, o directamente inocuos.


Las máquinas expendedoras de literatura

Y mientras esperamos que surja esa figura del equipo médico-bibliotecario, nos despedimos con el talentoso Stromae. De la enfermedad han surgido infinitas creaciones, en ocasiones: es la propia enfermedad la protagonista de muchos libros, películas, cómics; o ha sido la condición de enfermo, la que ha condicionado al creador a la hora de hacer su obra, o de incluso dedicarse a la creación (¿de cuántas postraciones por enfermedad en la infancia y juventud han nacido grandes escritores?).

Pero es menos común que se le dedique una canción a una enfermedad; y Stromae lo hizo con su tema dedicado al cáncer Quand c'est? Su letra y música, unidas al fantástico vídeo: nos transmiten lo terrible de la enfermedad, y al mismo tiempo: el consuelo que supone el arte para desafiarla e interpelarle directamente a su siniestra cara.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso post, profundo y terapéutico.

La cultura en este caso la lectura como tratamiento a la hora de superar los problemas de salud ( física y mental) pero se podría hacer extensible a la música, etc. No puedo estar más de acuerdo.

Yo añadiría también las amistades, esas que no te abandonan en esos momentos difíciles y que te animan, y por supuesto la familia.

El blog de la BRMU dijo...

Muchas gracias, una buena terapia para nosotros también son las interacciones con nuestros seguidores :)