martes, 29 de septiembre de 2015

Préstame un ukelele, y te llevaré al futuro

Elvis en Hawai, culpable en parte del éxito del ukelele

La Biblioteca de las cosas, es el nuevo servicio de la Biblioteca de Sacramento en los Estados Unidos. No es la única, Julián Marquina en su blog, nos hacía un buen resumen de esta tendencia en las bibliotecas, principalmente estadounidenses, de ir mucho más allá de prestar libros, música o cine; y prestar todo lo habido y por haber (o casi).

Raquetas para la nieve, cañas de pescar, telescopios, moldes para pasteles, discos voladores, pelotas, etc... Un largo muestrario de objetos que las bibliotecas han ido sumando a su oferta, y que junto con las impresoras 3D, marcan líneas de futuro para nuestras instituciones. Pero entre los objetos que más no han llamado la atención que se presten en las bibliotecas se encuentran: las muñecas y los ukeleles.


Las muñecas americanas junto a los cuentos que las acompañan,
listas para ser prestadas


Por ejemplo, en la Biblioteca de Boca Ratón (Nueva York), están disponibles al préstamo un total de 6 muñecas que representan diferentes tipologías culturales de las que componen la sociedad norteamericana. Las muñecas van acompañadas de una selección de cuentos, y de un cuaderno para que los niños que las prestan puedan escribir las aventuras que recrean con las muñecas. ¿Una buena idea para la BRMU?, nos la apuntamos, eso sí, pensando en ir más allá de las muñecas por aquello de evitar el sexismo en los juguetes.

Marilyn en Con faldas y a lo loco
hizo del ukelele un arma de seducción masiva

Pero muñecas aparte, el préstamo que más no ha gustado es el de ukeleles. Primero por el instrumento en sí, que es simpático desde el nombre; pero también por la cantidad de ventajas que ofrece a la hora de fomentar la formación musical: es pequeño, fácilmente transportable, y como bien indica Eva Parker bibliotecaria de Avondale en Arizona, es económico.

Puede que los hipsters estén en franca decadencia, pero lo cierto es que siguen generando modas que se comercializan cada vez más rápido; y lo del ukelele lleva unos años siendo tendencia en el mundillo hipster, e inevitablemente se ha hecho mainstream. Su amor por lo vintage (¡qué empacho de extranjerismos y cursivas!) tenía que trasladarse de alguna manera a la música; una vez explotado el teremín, el ukelele causa furor y las bibliotecas, oportunistas como las que más: están ahí para explotarlo.

Clara Rockmore, virtuosa del teremin

Caleb Kraft, el orgulloso inventor del
ukelele lanzallamas
Echando la vista atrás, como tanto les gusta hacer a los hipsters a la hora de inspirarse, resultaría auténtica ciencia ficción el pensar que un día en las bibliotecas, se iban a prestar todo tipo de cosas, incluidos ukeleles. Pero las ideas que del futuro nos hacemos, pocas veces se terminan correspondiendo literalmente a lo que imaginamos (sólo hay que ver el modelo ukelele-lanzallamas, muy práctico en barbacoas vecinales: a la vez que deleitas a tus vecinos con tus progresos, puede ir haciendo la carne)

En un delicioso post reciente de nuestra web de cabecera Open Culture, se repasan algunas de esas ideas que del futuro se hacían nuestros antepasados; concretamente la idea que algunos de los ilustradores franceses del año 1899 se hacían de cómo sería el 2000. En ellas no aparece ninguna ilustración de una biblioteca del año 2000, pero en las que hemos podido localizar por la red relacionadas con lectura o bibliotecas, ninguna contemplaba para nada el préstamo de ukeleles.


Leer libros a gran velocidad: un audiolibro en directo
Gafas para leer tumbado
Artilugios para leer de la forma más concentrada posible

Retrofuturismo en sentido inverso creado 
por la agencia brasileña Moma Propaganda

Dime, Rusty...¿Dónde puedo conseguir
una de esas cosas?



Entregarse al retrofuturismo conlleva placer y decepción a partes iguales: placer por el encanto y la ingenuidad que transmiten las ideas que de nuestro futuro nos hacemos; y decepción, por el hecho de que aún no se hayan cumplido tantas de las maravillas que nos prometían en películas y series de nuestra infancia.

Pero para sobrellevar la decepción, nada como la arrulladora voz del Rey en Hawai, que sin necesidad del ukelele lanzallamas, las terminaba derritiendo a todas. Una traición para sus fans más roqueros que odiaron a ese Elvis domesticado por Hollywood; pero una suerte para el ukelele, que así ahora puede ser reivindicado por los modernos del momento.




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