miércoles, 20 de agosto de 2014

Recalculando [verano 2014]: Bibliotecas plañideras

Publicado: el 07 de noviembre de 2011 
Reflexionando: ¿seguimos llorando las bibliotecas?


Últimamente algunas entradas de este blog pueden dar la imagen de que las bibliotecas somos plañideras que aúllan lastimeramente sin hacer nada por sobrevivir. Una imagen que nos horripila, y de la que queremos huir como de la peste.

Biblioactivismo, guerrillas bibliotecarias, y hasta un Frente de Liberación Bibliotecario si hace falta, cualquier cosa antes que dar una imagen lacrimosa y de víctimas. Por eso abogábamos por la búsqueda de financiación donde sea (en Crónica rosa bibliotecaria) y con quien sea (entiéndase que no estamos hablando de que nos patrocine ninguna mafia); y ahora nos hacemos eco de un movimiento que va mucho más allá de las bibliotecas, pero que nos sirve para promover algo tan antiguo en las bibliotecas como es la donación.

Se trata del movimiento Freegan, que fundamenta sus actuaciones en la donación y el reciclaje, pero ni mucho menos circunscrito a las bibliotecas. Su actividad más llamativa es la de promover acciones para que la gran cantidad de alimentos que se desperdician en grandes superficies, restaurantes, supermercados, etc, tengan una reutilización para tanta gente que no tiene acceso fácil a algo tan básico como es la comida.

Dicho movimiento, surgido en Estados Unidos, tiene su perfil más publicitario en la acción de rebuscar en los contenedores de basura; algo que lamentablemente vemos hacer cada día más por parte de personas que nada saben de Freegan, ni de movimientos anticapitalistas. Obviando el molesto tufillo epatante que a veces denotan movimientos de este tipo; sí es cierto que una mínima organización podría gestionar la cantidad de alimentos que se desechan diariamente en nuestras ciudades para ayudar a mucha gente.

Centro Social Autogestionado
de La Carbonería (Barcelona)
Y es aquí donde llegamos a las bibliotecas. En Barcelona, donde Freegan ha captado a muchos seguidores, se están desarrollando las denominadas bibliotecas sociales, centros que no adquieren sus fondos, sino que sobreviven gracias a donaciones de vecinos, editoriales, o incluso de lo que recuperan de los contenedores.

Nosotros no llegamos a tanto, pero si esta iniciativa sirve para animar a nuestros usuarios a donarnos lo que ya no les interesa, bienvenida sea. Eso sí, puestos a pedir, no hace falta que sea solo cuando hacen limpieza de primavera/verano: si merecen la pena, nos encantará recibirlas en cualquier época del año.

Y para reafirmarnos en que no somos unos lloricas, la alegría soul de Cee-Lo Green y su Cry baby (El llorón/a) como colofón musical.


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