jueves, 16 de mayo de 2013

¡Qué profunda emoción!

La Venecia futurista de Moebius: llegar al futuro,
preservando el pasado, tal cual pretenden las bibliotecas

La sentimental canción de Charles Aznavour con cuya frase titulamos este post, consiguió transmitir esa melancolía tan explotada por las agencias de viajes para enamorados.

Pero el tono de este post, aunque nos encante Muerte en Venecia (novela y película), el Casanova de Fellini o nos fascine la poesía y la figura del Ezra Pound crepuscular, nada tiene que ver con ese lento deterioro, con esa decadencia que siempre rodea a la bella ciudad. Puede que para algunos las bibliotecas seamos como Venecia: bellas fachadas cuyos pilares se van desgastando ante las oleadas cada vez más intensas de lo digital. Pero nada más lejos de la realidad.

Cabezas de animales del zodiaco. Obra de Ai WeiWei, activista-artista chino
que estará en la Bienal 2013

Venecia, siempre agonizante y siempre superviviente, es la ciudad en la que sus libreros se han unido para reivindicar, aprovechando la celebración de su famosa Bienal de arte contemporáneo: a la lectura, las librerías y bibliotecas venecianas. El goteo de cierres de librerías en la ciudad es constante en los últimos meses, y de ahí ha surgido el manifiesto: Venecia, ciudad de lectores, que firmado por un centenar de escritores e intelectuales, solicita la instalación de librerías en edificios públicos, una protección al comercio del libro en la ciudad que ha encontrado en la Bienal la ocasión para la reivindicación.


Venecia celeste de Moebius
 Si la bella ciudad, pese a los siglos y al salitre que corroe sus entrañas, sigue en pie: ¿no vamos a conseguir las bibliotecas, que tenemos aún más siglos de existencia, y cimientos reforzados con toda la cultura y el saber del mundo, sobrevivir?

Y ya que hablamos de la Bienal de este año, celebremos la supervivencia de la cultura europea (pese a  todo), con una figura imprescindible que participa en esta edición. La heredera de la mejor tradición cabaretera, y de las grandes divas de la canción: Ute Lemper, que en combinación con Michael Nyman, convierten en música un poema de Paul Celan.



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