martes, 22 de noviembre de 2011

Alfombra roja bibliotecaria



Ilustración de Fernando Vicente
 
Dos asuntos que recientemente hemos insinuado en este blog se entrecruzan en esta entrada. Por un lado, la búsqueda de financiación privada para intentar sobrevivir las bibliotecas, y por otro, la sana envidia que nos da la costumbre norteamericana del mecenazgo a instituciones culturales.

Si ya nos hicimos eco de la donación de una cantante a una biblioteca pública; ahora son dos estrellas de Hollywood nominadas al Oscar las que sostienen con su dinero la labor de otras dos bibliotecas estadounidenses: la actriz Viola Davis, y el actor Alec Baldwin. La primera ha donado 1.000 dólares a la Biblioteca Adams Memorial en Rhode Island, lugar donde ella creció; una donación que junto a otras ha conseguido reabrir este centro que tuvo que echar el cierre ante la situación de quiebra de la ciudad.
Pero el que merecería recibir un Oscar en la categoría de Mejor mecenas bibliotecario, sería el actor Alec Baldwin, que no solo sumó 10.000 dólares para evitar este cierre, sino que también ha financiado con 250.000 dólares a la biblioteca de East Hampton, a la que destina los ingresos que obtiene por distintas campañas publicitarias que protagoniza. El mecenazgo del mayor de la saga Baldwin, y ex de Kim Bassinger, se ha mantenido durante muchos años financiando la construcción de un espacio para los jóvenes dentro de la biblioteca, con nuevos equipamientos informáticos y una colección de hasta 10.000 libros para jóvenes y niños. Pero no queda aquí su filantropía bibliotecaria, también es co-fundador de la Noche anual de recaudación de fondos para la Biblioteca de East Hampton. De haber un santoral laico bibliotecario San Alec Baldwin debería ocupar claramente el lugar de patrón de las bibliotecas.

Pero para terminar, y al hilo de esa noche anual de recaudación, y dentro de estos ecos de sociedad: una práctica inequívocamente yanqui que no estaría mal copiar aquí. En la Biblioteca Pública de Nashville, el pasado 11 de noviembre, se dieron cita lo más granado de la sociedad local para lucir sus modelitos, hacer alarde de sus riquezas, y exhibir convenientemente su interés desmedido por la cultura y las bibliotecas.


Ironías aparte, sea cual sea el motivo, el caso es que durante todo un fin de semana de ágapes, eventos literarios, deslumbrantes manjares y exquisiteces varias, la Biblioteca Pública de Nashville recaudó lo suficiente para seguir ampliando su oferta. Y decimos nosotros, ¿por qué en nuestro país no les da a las Isabeles Preysler, Natis Abascales, Pititas Ridruejos o Cármenes Lomanas por lucirse con esta excusa tan favorecedora, y ponerlo de moda entre la beautiful people?

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